La primera panza que tejí fue la de un pingüino que me pidió una compañera de trabajo. El primer reto que tuve fue que lo quería grande y los patrones que encontré en la red eran para pingüinos chiquitos. Además y éste es el segundo reto, en todos los patrones que encontré en ese momento, la panza blanca se le tejía encima del cuerpo, como parte de él. Así que con tres meses de experiencia tejiendo amigurumis, me lancé a hacer uno sin patrón y éste fue el resultado:
Probablemente si lo hiciera ahora tendría mejores resultados, por las formas, sobre todo la cabeza y el tamaño que al final me pareció demasiado grande. De todas maneras, me sentí muy orgullosa del resultado.
La segunda panza que tejí fue para un pedido especial de un Totoro. Otra vez, el patrón gratuito que encontré le ponía la panza sobre el cuerpo y no me gustaba la idea, así que me puse a hacerlo sola.
En este caso, tuve la ayuda de mi abuela, quien me vio tejiendo y me sugirió que antes de rellenarlo y cerrarlo, le cortara los hilos y los anudara, así no queda estirado el tejido. Fue una gran idea y ahora la uso siempre que tejo panzas.