En mis sueños guajiros, voy a la casa de los estambres y me traigo al menos una bola de cada uno de los colores, salgo feliz con mi cargamento y llego a mi casa a tejer miles de millones de animalillos. Ajá. El detalle es que mi sueño no incluye cómo almacenar las bolas de estambre: las nuevas, las que quedan a medias, un pedacito o unas hebras nada más.
Éste fue mi primer intento:
En aquellos días, sólo tenía una bolsa de relleno, una bolsa con estambres delgados y dos o tres con estambres más gruesos. Cantidades manejables que cupieron perfectamente en mi caja de plástico: ¡Hasta cerraba la tapa!
Entre que compré más estambres, imprimí más patrones, mi suegra me regaló un libro y acumulé bolitas y bolitas de estambre, la cosa ya está inmanejable. Espero muy pronto poder ordenarlos otra vez o de menos incluir en mis sueños guajiros un método efectivo de almacenaje.