Afortunadamente ya los días comienzan a ser más largos y por ende alcanzo más luz natural al salir del trabajo oficinil. Cuando tomo las fotos de los animalillos tejidos con amor, a veces no alcanzo a notar la diferencia, pero con las fotos que voy a compartirles, verán lo que a veces no es tan evidente: la luz es esencial para una buena fotografía.
Para hacer las tomas uso el escenario que me armó mi amado esposo, lo saco al patio o a la puerta, depende del momento del día, para que le dé la mejor luz, sin embargo, en invierno, eso es se vuelve casi una misión imposible: al llegar a mi casa poco después de las cinco de la tarde, éste es el resultado:
Y si en esa primera foto no era evidente la mala calidad de la luz, en la siguiente, tomada unos quince minutos después, salta a la vista:
Al ver esa foto, me di por vencida y dejé la sesión para el día siguiente, ninguno de los efectos que conozco, podría arreglar la falta de luz natural en esa foto.
Veamos el gran cambio con la luz natural de las 10 de la mañana del día siguiente:
¡Mucho mejor!, ¿verdad? No fue la mejor ubicación para sacar la foto, tal vez a plena luz del día, en exterior, hubiera sido lo ideal, pero definitivamente es mejor que las dos anteriores.
Uno de los detalles que más disfruto con las fotos de los amigurumis en general y de los míos es particular, es la posibilidad de hacer acercamientos y ver los puntos. Para mí, si es una buena toma, se pueden distinguir uno por uno los puntos, pero si es una mala toma, no es posible diferenciar unos de otros.
Hagan la prueba con esta toma del buen Quique Oso:
¿Verdad que se pueden ver los puntos? Para mí eso es valioso porque es un reflejo del tiempo y el amor invertidos en cada una de las piezas tejidas, lo que se refleja en la personalidad del animalillo ya terminado.
Mi objetivo siempre es tomar buenas fotos, a veces lo consigo, a veces no, pero con cada animalillo hago lo mejor que puedo.