Crecí en un ambiente donde la literatura era cotidiana, donde ser escritor, poeta o dramaturgo era considerado ser un artista. Luego al estudiar Letras esa concepción se afianzó y escribir era más que una profesión, una vocación, un estilo de vida. Cuando vuelvo a tejer y descubro todo el mundo del tejido que recientemente se ha desarrollado y veo páginas llenas de objetos maravillosos hechos con gancho y estambre, me pregunto: ¿es eso arte? ¿cómo saberlo?
Cuando “confiesas” que hay tardes en que prefieres ponerte a tejer en lugar de ver una peli “de arte” o en vez de seguir leyendo esa novela que no quieres que se acabe y al mismo tiempo ya te urge saber qué va a pasar… es el acabose. Como si un pasatiempo fuera mejor que el otro, por no mencionar a las personas relativamente cercanas a mí que se han horrorizado por saber que me he puesto a tejer… no sé, es difícil que alguien entienda la maravillosa sensación de transformar una bola de estambre en un animalillo… es como magia.